
Más libertad, menos zapatillas: la mujer a través de María Novaro
Hay mujeres que son alocadas y hay mujeres de talento: ninguna tiene esa locura del talento que se llama genio.
Simone de Beauvoir.

Revistas acompañadas de cuerpos de tentación, rebotes mentales acerca de la aceptación, pretensiones mal puestas en los maniquíes, ropa que no se distingue si es para una niña en vías de crecimiento o para una señorita; bikinis, cirujanos plásticos, gimnasios en cada esquina, costosos utensilios para maquillaje, zapatillas tacón “rómpete la cabeza en una caída” y más… y aún más. Así crecemos las féminas día a día, con una bomba latente que nos acompaña el resto de la vida, quizá.
Mucha apariencia, demasiado subterfugio y por si fuera poco, la presencia de una baja autoestima acompaña a la mujer durante toda su etapa de desarrollo y también en los momentos donde más necesita seguridad para alcanzar su libertad emocional.
María Novaro trata de plasmar en sus obras cinematográficas algo que los medios no han podido vincular a la mujer… la soledad en la que se encuentra. Sin dar aviso previo, sin mencionar nada acerca de los miedos presentes en ella, María manifiesta más allá de lo que podría desear cualquier dama (buen cuerpo, belleza despampanante, inteligencia, vida social, entre otras características) y vislumbra su más recóndito y frustrado temor: El hecho de refugiarse en un estado de vacío y cargado de profunda soledad.
De los cuatro largometrajes que dirigió, Lola (1989) y Danzón (1991) reflejan el punto estratégico sobre el cual funge una mujer: La búsqueda de su motivo de vivir pero que se contrasta con su cobardía por no enfrentarse a sí misma; mostrando esa renuencia que trae consigo la adopción de estereotipos de diversa índole con los que realmente no se siente identificada.

¿Sobre qué eje se guían sus personajes? Son mujeres con un sinfín de vacíos, con un terror existencial de no poder afirmar la propia esencia de sus deseos y objetivos en la vida. El ejemplo es claro, en la película de nombre Lola, el personaje principal —que lleva el mismo nombre— es una mezcla de candidez, terquedad y solemnidad que desemboca en su principal miedo: el que su pareja se fuera para ya no regresar en quién sabe cuánto tiempo.
Víctima de su propio dolor y angustia, se sumerge en el vicio más factible para ella; el alcohol, el sexo casual y el abandono que sufrió su hija por días. Presa de la banalidad social, trata de bailar sobre su propio ritmo, pero algo se lo impide tajantemente: el descuido hacia su integridad emocional.

El desamparo en el que se encuentra la dama del siglo XXI, sólo es el desarrollo del pánico que ha desarrollado la sociedad; si eres así (bonita, simpática y demás características) eres aceptada, sino pues eres la rara, la extraña, la “sin chiste”. ¿Qué tanto se ha perdido el valor de la mujer? Encontrarlo será difícil, pero no se encuentra en el exilio total, porque la firme creencia sobre el gran papel que ha desempeñado en torno a su libertad es la respuesta idónea para decir que realmente hay mucho por apreciar.
La lucha por querer ser una parte única del tejido social, por pertenecer a la sinceridad del mundo y por definirse a sí misma, es lo que busca la mujer el día de hoy. Más allá de los maniqueísmos; trata de encontrar el sentido de su lucha que es la búsqueda de su libertad y de su participación en torno a la vida misma.
Podrán existir miles tabúes alrededor de su imagen más vendida, pero sus pasos no dependerán de la silicona, del sobrepeso, del bulto de maquillaje; sino su fundamento es más fuerte… vincular sus ideales a su forma de vivir sin necesidad de mediatizar patrones.
¿Cuándo será el día en que se levante y no piense en las faltas para ser aceptada? Hasta que alcance la reflexión más detallada acerca de su función social, será más apta para saber realmente de lo que está hecha, dejando de lado la preocupación por resaltar más que la otra.
Novaro muestra ese esquema, brinda la capacidad de entendimiento del papel de la mujer en el ámbito social, recupera la virtud para ser lo que se niega a ver, vincula el autoestima con la independencia emocional y sobre todo, reafirma que la mujer es signo de fortaleza y admiración por donde sea que se le quiera ver.

Originally posted 2014-09-01 09:00:31. Republished by Blog Post Promoter