
Desenfreno Iracundo
por Gerardo Gerry Méneses
Ahí me tenías, corriendo como estúpido, partido en dos.
No sé si fue la peor mañana de mi vida.
No, realmente fue una asquerosa mañana,
pero no la peor.
La peor ni siquiera tiene que ver contigo,
sino con la muerte.
En todo lo horrible siempre está la muerte:
la de mi amigo que piloteaba cerca de Morelia
(aquel maldito día en que perdieron el control de la avioneta ¡sólo eran cuatro niños!);
la de mi abuela por culpa del cáncer que la diluyó;
la del más querido de mis tíos
quien no sobrevivió a un hospital infectado de neoliberalismo;
la muerte de suicidas con gesto de arrepentimiento;
la del beatle sorprendido en lo furioso de una noche estúpida.
La de mi banda de rock.
En mi vida eso fue horrendo
y permanece,
porque saber de la muerte es enfermar de agonía.
Así esa mañana, en que corría como demente,
sin otro rumbo que un renacimiento salvaje, triste.
A fuerza de morir en vida me volví otro.
Yo no toleraba los fines de semana,
de lunes a viernes trabajar sin descanso
hasta ser sorprendido por el sueño
era tolerable, aunque se tratara de esas noches
en que nada de lo que leía tenía caso.
Sin embargo, sábados y domingos eran morir mil veces.
Beber, berrear, extrañar, no soportar el cuerpo
ni el vacío. Y nadie hablaba de posmodernidad
pero punzaba el alma su agonía.
Yo despertaba en lugares extraños
con extrañas personas
que me dejaban sentir su extraña compasión,
hasta enredarme de negra necedad en las botellas…
Así que la mañana trágica en que te dejé de sentir
en que te vi deseosa de otro deseo
en que evaporaste lo que creí mi felicidad,
salí corriendo como desesperado
huyendo como maleante
desangrado de sexo y soledad
componiendo canciones que nunca comprendiste;
y decidí matarme
lanzándome al abismo
en que ahora vivo.
Ilustración: Emilio Valencia / El que no puede
Texto que podrán encontrar en:
http://issuu.com/revistaliterariainfame/docs/5to
Originally posted 2014-06-16 23:39:35. Republished by Blog Post Promoter