75 d.P.: Después de “El principito”

Por Jorge González

@SoyFish

 

Arranca un lunes normal en el planeta Tierra. Han pasado varios atardeceres, para los exactos corre el año 75 d.P. El sol ha salido y los niños, acompañados de sus padres, caminan lentamente hacia la escuela. Platican sobre temas serios, por ejemplo si la flor ha sido devorada por el cordero o si ésta se ha podido defender con sus cuatro espinas.

El horario escolar es completamente liberal, los niños eligen a que salón entrar. En uno, grandes lienzos con una gran variedad de pinturas están. Desde corderos hasta serpientes pueden dibujar, pues no se necesita explicar. En otro, los niños simplemente se dedican a cantar; abundan muchos más, para actuar, gritar, correr y preguntar, entre otros.

Por la calle la gente en bicicleta al trabajo va. Por allá van los científicos, algunos con sus turbantes, otros con gorras de muchos colores y unos más con sus pantalones fosforescentes. Se dirigen al centro de imaginación. Se rumora que en las últimas semanas han descubierto un nuevo color; sin embargo, hay otros que afirman que han tratado de contestar por qué las cebras tienen rayas.

En el teatro la nueva comedia ha sido un éxito. Sobre el escenario y con un marco en forma de televisión se observan dos personas con trajes extravagantes, los cuales desesperadamente no dejan de escribir números sobre sus hojas, ni de repetir que son hombres serios. Finalmente, uno de ellos, al resolver sus sumas, se pone de pie se quita el sombrero y grita: “Soy un hombre serio y por eso me debes de admirar”. A lo que el otro contesta “¡No! Yo soy un hombre serio y tengo más dinero que tú. Debes de admirarme”. El público no para de reír, mientras los personajes a golpes deciden quién es más serio.

En los últimos años la policía no ha tenido mucho trabajo, pues a pesar de la dificultad que implica, las personas se han encontrado a ellos mismos como su mejor juez. Aunque el presidente, primer ministro o rey siga siendo la figura de autoridad, se ha convertido en un amigo más de la ciudad porque ellas saben exigir a cada uno lo que pueden hacer.

Sin duda, la convivencia social es de lo mejor debido a que al crear lazos, la gente juzga por los actos y no por las palabras; saben cómo mirar y apreciar. Por los ratos libres, las personas van a los parques. Cada una de ellas tiene un lugar personal en dónde sentarse, pues ha sido ahí donde ha ocurrido algo importante, algo que hace especial a esa banca, árbol o escalón. A pesar de que a simple vista no lo parece, con el corazón de cada quien se observa lo esencial. Hay unos que van a admirar cómo las plantas empiezan a crecer, otros se destinan a escuchar, pero la mayoría se dedica a preguntar sin tener que responder; las explicaciones no son necesarias. Es este lugar donde se crean lazos, donde sin importar que quizá nunca más volverán a ver a esa persona, el tiempo pasará y su esencia siempre seguirá. Y aunque ese espacio sea ordinario para los demás, para alguien será especial.

Empieza la puesta de sol. Pese a que la gente pueda o no estar triste, deciden salir a observar cómo el sol lentamente se despide. Reflexionan, recuerdan y sonríen. Es un mundo donde a pesar de que juntos no puedan deshollinar volcanes, si pudieran lo harían. Aquél donded la mayor felicidad es que lo esencial siga siendo invisible a los ojos, porque se acordarán que con el corazón también se puede observar.

Originally posted 2012-08-07 13:00:54. Republished by Blog Post Promoter

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