
Sartre: ¿hay algo mejor que ganar el Nobel?
Existen ocasiones en que los escritores, conscientes de la hermética situación en que se encuentran, deciden dirigir su voz hacia otros caminos, hablarle a otros oídos que no sean los mismos de siempre, apáticos y estériles. Dentro de la historia reciente encontramos un claro ejemplo de esto, cuando en 1964 Jean Paul Sartre rechazó el Premio Nobel de Literatura.
Apasionado de las discusiones y debates extensos, sin olvidar sus frecuentes altercados, tomó la bandera del existencialismo y lo enfocó de manera acorde al mundo que se vivía en aquellos días. La duda existencial, aquella perplejidad surgida de nuestra miserable condición humana, así como la permanente oscilación entre la libertad y la represión hacia la sociedad fueron elementos que catapultaron a Sartre como uno de los grandes escritores surgidos en Francia.
Como pocos, fue un personaje fácilmente reconocible entre las personas: frecuentaba cafés, donde permanecía horas escribiendo, participaba en los movimientos de resistencia a la par de otros miles, se le veía en el lugar que (según él mismo) debía tomar el intelectual: en las calles, dando el ejemplo a seguir. Es debido a todo esto que, de manera casi natural, se le nomina y gana el Premio Nobel de Literatura en 1964 “por la calidad de sus escritos, su anhelo de la verdad y la influencia fundamental que su pluma ha ejercido en estos tiempos”. Aunque nadie entendió su decisión, fue algo que causó un fuerte impacto: ¿Cómo podía alguien rechazar un premio que merece? No suena razonable; sin embargo, Sartre dio a conocer sus argumentos en una carta que dirigió a la academia sueca días antes de conocer el veredicto que le concedería el galardón. http://goo.gl/qlpnqF
La especulación no se hizo esperar, diversos medios argumentaban no sin sorna que tal vez Sartre “estaría herido porque Camus lo había obtenido antes que él o tendría miedo a que Simone de Beauvoir se sintiera celosa…”. Lo cierto es que Jean Paul argumentó a su favor que las relaciones entre la cultura y la sociedad deben darse de forma directa, sin tener que recurrir a las instituciones llenas de vicios y en proceso de decadencia. Además, le parecía que recibir un reconocimiento monetario era aceptar el statu quo del mundo, era como si la academia “lo hiciera parte de ella” y ese no era su lugar. Sea cualquiera la verdadera razón, el impacto que deja es especial: nadie más ha cometido la empresa de rechazar este premio y, tan solo por ello, ocupa un lugar en la memoria. ¿Hay algo mejor que ganar el Nobel? Sí, tal vez: rechazarlo.
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Originally posted 2013-10-22 09:02:28. Republished by Blog Post Promoter
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